Absoluta novedad
23/11/2008Publicado en Deriva
De nuevo la editorial Bartleby apuesta por una absoluta novedad en lo que respecta a la poesía norteamericana traducida a nuestra lengua. El mismo año en el que Robert Hass ha sido galardonado con el prestigioso premio Pulitzer, aparece la traducción del libro que mereció dicho galardón: Tiempo y materiales (Time and materials). De la biografía de este poeta podrían mencionarse cosas como que, más joven que ellos, todavía llegó a tiempo de codearse con algunas de las estrellas beats como Ginsberg o Gary Snyder. Sin embargo, y por lo que puede apreciarse en este libro, la influencia beat es sólo una de las muchas a las que se acoge la poesía de Hass. Puede rastrearse en sus poemas, al menos, la herencia simultaneísta llevada a la poesía por sus compatriotas Eliot y Pound, junto al aliento narrativo de Auden, añadido esto al interés por los objetos que se aprecia en esas “deslecturas” de Ponge que son los poemas La dificultad de describir un color y La dificultad de describir los árboles. Abundan las metáforas del mundo de la naturaleza (como ocurre, por ejemplo, en el maravilloso poema dedicado a Czeslaw Milosz, Para Czeslav Milosz en Cracovia), pero también la cultura y la ciencia se convierten en materiales para el ejercicio de la metáfora. De hecho, Hass llegó a crear un departamento en la universidad de Berkeley dedicado a analizar las relaciones entre poesía y ciencia. Nada parece escapar al ímpetu globalizador de Hass (ciencia, historia, crítica social, ecología...), de manera que, tras la lectura de este libro, nos queda la impresión de haber asistido a un auténtico ejercicio de fagotización poética de prácticamente casi todos los lenguajes.
Homenajeando y siguiendo al pie de la letra el propio título, Hass usa gran diversidad de materiales sacados de su propia experiencia y del mundo de la cultura. Estos materiales son estructurados y amasados en poemas donde se acumulan capas sucesivas de significación, sin llegar nunca al sentido definitivo; y en los que presente y pasado (de nuevo capas, esta vez temporales) conviven, reflejándose el uno en el otro. Así ocurre, por ejemplo, en las imitaciones horacianas, donde el imperio americano hace las veces de imperio romano, e Irak de tierra de los partos:
Deja que la juventud, endurecida por la instrucción militar,
Aprenda a soportar con júbilo las penurias
Y a intimidar a los insurgentes partos
Desde la torrecilla de sus formidables tanques,
También a caminar tan ligeros bajo los cielos desiertos
Que la madre de algún joven sunní
Al ver a un marine por las polvorientas calles
Se vuelva hacia su nuera al lado
Y le diga con un respingo: Quiera Dios que nuestro chico
No moleste a ese animal romano
A quien su cruel ansia de sangre llevaría
En volandas al meollo de cualquier carnicería.
Es grato, y honorable, morir por la patria,
Especialmente desde que la muerte no perdona a los desertores
O a los jóvenes sin instinto guerrero
Que caen a tierra con una bala en la espalda.
Como ya dijimos, Hass no deja nada de lado en su ansia por poetizarlo todo. A lo largo de muchos poemas demuestra su vocación ecologista. La visión de la naturaleza de Hass tiene mucho que ver con la que Lucrecio plasma en su poema De rerum natura, una concepción más materialista que espiritualista, alejada de todo romanticismo y vinculada a la razón científica (Y entonces la amaste/amaste a la razón). Atendamos si no a los versos de ese Poema con un pepino dentro, poema que podría tildarse de anecdótico si no se reflejara toda una poética que es a un tiempo una filosofía:
En el arcano tormento sufrido por la tierra
Cuando el fuego se fue enfriando y se acomodó
En granito, caliza, serpentina y pizarra,
Es posible imaginar que, bajo amarillentas nubes químicas,
La espuma derretida, después de haber ardido mucho tiempo,
Soñaba con liberarse,
Y que aquel sueño, nebuloso
Pero con creciente nitidez, tomó la forma
Del agua, y que fue luego ésta, quien de forma aún más nebulosa, imaginó
La piel verde oscuro y la carne verde ópalo del pepino.
Sólo cabe oponer a esta edición algún error de traducción (“billón'” en lugar de mil millones, “Nika”, en lugar de Nike, “sensible” por sensacional...), justificable quizás por la celeridad con la que se nos ha querido ofrecer este libro, el mismo año, como ya dijimos, en el que ha sido merecedor del premio Pulitzer.
JAVIER MORENO