Apúntate a nuestro boletín para conocer las novedades Bartleby de primera mano. Sólo tienes que introducir tu correo electrónico aquí:

Suscribirse
Campo 'E-mail suscriptor' obligatorio
No es una dirección de E-mail válida

Te mantenemos al día de la actualidad literaria en este resumen de destacados. También puedes visitar la sección de prensa completa.

# 05/07/2023 Presentación en librería La Guarida (cercedilla) El próximo sábado 15 de julio la poeta Ana Pérez Cañamares presentará en Cercedi ... # 05/11/2014 Presentación en Madrid 6/11 Enclave de Libros Manuel Rico, director de la colección Bartleby Poesía, y la autora, Cris ... # 19/06/2014 2ª edición de "En legítima defensa" Con una gran afluencia de público se realizó en el café La Cantonada la presentación en Tarragona ... # 17/12/2013 Presentación "Sagrado Corazón 45" en Madrid El 17 de diciembre a las ocho de la tarde presentaremos Sagrado Corazón 45, primer títul ... # 04/03/2013 Presentación en La Buena Vida (Madrid) 5/03/13 Presentamos en Madrid, en la Librería La Buena Vida (metro Ópera), la primera obra del actor y mú ...
Introduzca algún texto para buscar
Búsqueda por títulos, autores,ediciones, reseñas... BuscarBúsqueda avanzada
Viene de: Portada>Prensa
Entrevista a Marifé Santiago Bolaños sobre "La canción de Ruth" 05/03/2011Publicado en Cuadernos del Sur (Diario Córdoba)



Doctora en filosofía y profesora, es especialista en estética, donde trabaja en torno al diálogo entre la filosofía y la creación artística entendida como un camino de conocimiento. Sus libros son el resultado de este estudio y esta actitud de entender la creación y la vida. Todos aquellos que se hayan zambullido en los libros de Marifé habrán notado que tiene una voz especial. Ha publicado las novelas El tiempo de las lluvias, Un ángel muerto sobre la hierba y El jardín de las favoritas olvidadas. La canción de Ruth es su última novela.

–¿Por qué el título La canción de Ruth?
 –Me inquieta la Ruth bíblica; la admiro y acepto el sentido simbólico que le atribuye la tradición hebrea. Puede parecer una mujer resignada pero, creo, es una mujer compasiva que elige estar cerca de quienes menos pueden valerse por sí mismos. Acepta una vida aparentemente entregada a los otros, olvidada de sí, aunque en realidad su amor generoso fuerza a la historia enfrentándose a ella, escribiéndola de otro modo. Las mujeres de la novela son así, aunque ellas no lo sepan, aunque ellas no elijan serlo siquiera: luz. Y eso tenía que ser un canto sanador, un canto compartido de belleza y armonía capaz de salvarlas a todas, capaz de abrazarlas porque no están solas.

 –Cuando comienzo a leer el libro: poesía, poesía y poesía... Pero poesía que se entrelaza con mitos y personajes trágicos y va formando el origen o la raíz de la vida.
 –Ruth significa, precisamente, raíz. Ha ocurrido algo muy hermoso: muchos lectores me hablan de “Ruth, la arquitecta”, cuando en ningún lugar se dice que esta mujer se llame así. Y creo que es justo que la llamemos Ruth porque ella va a ser quien sostenga una memoria que sin su mediación se perdería. El mismo espíritu que albergan los mitos, raíces del alma humana más allá de tiempos y geografías.

–Sigo leyendo tocada por la magia de un lenguaje poético de altos vuelos. Y, más adelante, me sale al paso el tiempo, 1944 y la historia española: posguerra. Pero las palabras de raíz me tienen en vilo: fuego, brasa, leche, mano apretada, tiro, cadáver, dolor, ni una lágrima...
–Así vivieron nuestras antepasadas (fuego, brasa, leche, tiro, cadáver, dolor, ni una lágrima...), enterrando justicia y solidaridad, enterrando amor en cada gesto, en cada sonrisa, en cada canto para que justicia y solidaridad germinaran y nosotras habitáramos un jardín. La historia europea del siglo XX lo es de oprobios y de desgarros sin parangón. Aún no hemos hecho un ejercicio de decencia capaz de reconocer que los grandes cambios, las transformaciones capaces de levantar una muralla que disolviera ciertos terrores y fuera, al tiempo, creando mundos donde, aunque solo fuera como propuesta de partida, hubiera lugar para reclamar la dignidad se lo debemos a quienes hicieron de “fuego, brasa, leche, dolor, ni una lágrima”, el primero de los ovillos que sabían sacar, a las víctimas, del laberinto del sacrificio.

–Isadora Duncan y Marina Tsvietáieva se entrelazan con la bisabuela analfabeta, con el dolor trágico. ¿Por qué Duncan y Tsvietáieva?
 –Porque las tres son contemporáneas y, por lo tanto, habitantes ejemplares de ese aciago siglo, en el que era posible, en nombre de utopías que acabaron siendo demoniacas porque lo eran ya desde el inicio, que hubiera Marina Tsvietáieva. O porque ese mismo siglo permitió soberbias sin piedad, delirios totalitarios e innobles que, igual que vampiros, se alimentaban de la existencia de bisabuelas analfabetas. Y porque, algunas veces, ciertos logros, ciertos conjuros, como los que representa Duncan, se utilizaron como veneno. A las tres, como está escrito en la historia por escribir de las mujeres, se les exigió sin que nadie les hubiera, siquiera, pedido opinión al respecto.

 –Poco a poco, los mitos bíblicos se entrelazan con la historia, la biografías: la bisabuela, la abuela, el padre, la madre. La historia se va concretando. La República, la guerra, sus horrores y matanzas, el exilio y el dolor de la separación...
–La eterna historia de los seres humanos, lo que nos advirtiera Homero: “una guerra es un combate que causa lágrimas”. En las mujeres, más: botín de guerra entonces y, desgraciadamente, muchas veces ahora. El eterno devenir cainita, la historia sacrificial –que diría, de nuevo, María Zambrano– y el oscuro designio que impone muerte y desgarro y ahoga, ahorca, asesina, invalida, le roba la voz a los sueños.

–En el libro hay una historia terrible, fruto de la miseria y del miedo de los vencidos: la violación de la niña huérfana. ¡Qué fuerte! Y cómo deja el lenguaje poético, sin dejarlo y entra en la realidad desnuda.
–La poesía ejerce de abrazo, de ensalmo, me atrevo a decir que de mantra capaz de abrir ventanas donde solo hay muros. La poesía ejerce de tenue vela que da calor, aunque sea escaso, e ilumina rostros que pueden serlo del porvenir. Orfandad como sentimiento y como obligación. Orfandad como dato personal y como extraña sentencia sobre quienes, insisto, no toman decisiones porque otros poderes las toman por ellos.

 –Me encanta el Tratado de las Oraciones son como poemas, como salmos.
 –Ruth, su madre, su abuela, las otras mujeres que forman parte de su memoria y las que acaban siendo indispensables en sus raíces, reiteran secretos silenciados, reiteran miedos y fracasos porque ignoran, quizás, que tienen derecho a otras cosas. Y, al escucharlas, pienso en el poder de las oraciones que nos enseñaban cuando éramos niños, una fórmula mágica capaz de protegernos y de darnos fuerza para entrar en el territorio ignoto de la noche y el sueño.

 –En el libro se respira la Biblia y los libros sagrados, tanto católicos como judíos. ¿Afición, devoción admiración?
 –Respeto, aprendizaje, admiración y guía: esos son algunos de los términos que despiertan en mí las grandes obras literarias de la humanidad, de Homero a Shakespeare, pasando por la mitología hebrea que da forma y vida a la Biblia, hasta la sabia tradición india o la mística –esa poesía transformada en camino de conocimiento– que también permite, pues tal es su generosidad, leerla en el único gozo de la creación artística.

–La estructura del libro está hecha con teselas lanzadas al viento o al suelo, y que luego se van recolocando y surge la historia lineal, una historia que rescata el olvido. Un libro excelente.
 –Como un canto: la voz emerge del cuerpo, de lo que nos recuerda que somos efímeros. Y, sin embargo, en el canto está la eternidad. A veces, esa eternidad, que comenzó una vez por un algo único e irrepetible, humano, es decir, cotidiano y solitario, se pierde en el tiempo. Quedan, sin embargo, sus huellas, la huella de la voz. Y, entonces, la escritura es llenarse las manos del polvo del olvido para que el rostro de la memoria sea un espejo y un manuscrito. Somos depositarios de la memoria callada de muchas personas, sin que lo sepamos, sin que lo sospechemos siquiera: sus actos, sus gestos, sus comportamientos guardan esa memoria y nosotros somos meros testigos que tenemos la responsabilidad de ser los únicos guardianes de la misma. Tejedores y tejedoras de la vida, eso somos. Textualmente: narradores y escribanos de la misma.

JUANA VÁZQUEZ

Nosotros|Poesía|Narrativa|Blog|Prensa|Boletín|Distribuidores|Contacto
2008 © Bartleby Editores. Todos los derechos reservados
Diseño: Castelló