El único problema de los libros de Szymborska es que se acaban demasiado rápido y uno desea seguir leyendo esos poemas irónicos
04/02/2010Publicado en Desde la ciudad sin cines (Blog)
De la poeta polaca Wislawa Szymborska había leído hasta ahora un volumen editado por Hiperión en 1997, a raíz de la concesión de su premio Nobel en 1996. En él se ofrecía una selección de su obra -poco conocida hasta entonces en España-, con una muestra de poemas extraídos de libros como Llamada al Yeti (1957), Sal (1962), Si acaso (1972) y los poemarios completos El gran número (1976) y Principio y fin (1993). Posteriormente leí Instante de 2002, editado por Igitur en 2004 y que llegó a la tercera edición (al menos ésta es la que tengo yo).
Aquí aparece en España traducido el mismo año de su publicación en 2009, el año en que la poeta cumple 86 años. En Aquí persisten los temas de madurez creativa de Szymborska: una línea poética clara donde, usando un lenguaje irónico, se dedica a indagar en los misterios de la vida que surgen a partir de observaciones cotidianas.
En el poema Microcosmos leemos: “Hace ya tiempo que quería escribir sobre ellos / pero es un tema difícil, /dejado siempre para más tarde/ y quizás digno de un mejor poeta, / todavía más sorprendido que yo por el mundo. / Pero el tiempo apremia. Escribo.” (página33), y quizás esa premura que le impone la edad es la característica evolutiva en la temática respecto a entregas anteriores, y la filtración de la idea de la vejez y la muerte como se observa en el poema Mi difícil vida con la memoria.
Pero de los intereses de la poeta destaca, se ve en los mismos versos citados, esa sorpresa ante el mundo que le rodea que sería la característica de Szymborska, quien suele elevarse a indagaciones metafísicas a partir de observaciones muy sencillas. Así por ejemplo en el poema final Metafísica (página 67) conjuga el hecho de haber comido ese día fideos con tocino con el tiempo transcurrido en el universo.
Quizás el poema que más me ha gustado ha sido el titulado Adolescente (páginas 23-24), donde Szymborska reflexiona sobre un posible encuentro con ella misma en esa edad pretérita.
El único problema de los libros de Szymborska es que se acaban demasiado rápido y uno desea seguir leyendo esos poemas irónicos donde se investiga sobre la condición humana desde perspectivas variadas y originales. Aún me quedan por leer algunos libros pasados, como Dos puntos de 2002 y editado por Igitur.
Mención aparte merece el trabajo realizado con la traducción por Gerardo Beltrán y Abel Murcia, sus traductores habituales. Leí en uno de los prólogos de sus libros que a veces el trabajo resulta difícil porque Szymborska mezcla registros cultos del polaco con otros más vulgares.
Como curiosidad apuntar que Abel Murcia publicó en 2008 un interesante poemario con Bartleby titulado Kilómetro 43, donde se filtra en más de un verso la influencia benefactora de su traducida. Por ejemplo se veía de forma clara en el poema de ese libro El principio, que incluso en el título parece un claro homenaje a Szymborska.
DAVID PÉREZ VEGA